Acaba el verano y vuelve a dejar cifras récord de turistas. Tanto, que el Banco de España ha revisado al alza –por tercera vez- las previsiones de crecimiento de nuestra economía, que ahora sitúa en un 3,8%. Y nadie duda que el gran impulsor de la misma es el turismo. Sin su aportación, solo habríamos crecido un 0,8% este 2024. 

Pero… ¿es todo positivo o estamos viviendo una carrera hacia adelante donde las cifras –a todas luces positivas- no dejan ver el final del camino? ¿es oro todo lo que reluce? Más allá de los movimientos contra el turismo que hemos podido ver este verano en algunas ciudades españolas y europeas, hay un sentimiento que comparte gran parte de la sociedad.  

Según datos de Statista, el 43% de los españoles percibe un aumento en el coste de vida debido al turismo. Y esto se traduce en una pérdida de calidad de vida para muchos ciudadanos. A ello se suma la precariedad del empleo contratado en este periodo, caracterizado en muchas ocasiones por su temporalidad, largas jornadas laborales y bajos salarios. 

Burgos

No todos los destinos turísticos de éxito encabezan los rankings de riqueza y calidad de vida. Es el caso, por ejemplo, de Canarias, uno de los lugares donde, a pesar de la gran oferta hotelera y de ocio, se registran sueldos por debajo de la media nacional. Es lo que algunos autores han definido como ‘el mal de playa’. 

Su principal valedor, Ivan Kožić, explica que una apuesta por el sector turístico puede reducir el crecimiento a largo plazo de una región o país. La razón principal es lo que podríamos denominar el mal de playa, similar al mal holandés, asociado a la llamada trampa del desarrollo.  

Al ser el turismo un sector intensivo en mano de obra que requiere poca preparación y cualificación, pero que al mismo tiempo genera retornos relativamente altos a quienes en él participan, sobre todo trabajadores, logra desplazar a otros sectores que necesitan una mayor dotación de mano de obra cualificada.  

El efecto más inmediato de la presencia de sectores intensivos en mano de obra no cualificada es una reducción del nivel educativo de los trabajadores, lo que lima el crecimiento económico a largo plazo. Así, una alta especialización en el turismo tiene un fuerte efecto a largo plazo debido a un coste de oportunidad, dado un “menor incentivo al estudio”. 

Otras alternativas: digitalización, sostenibilidad, energías… 

¿Significa esto que debemos renunciar a los beneficios que aporta el turismo? Rotundamente no, y menos en una economía como la nuestra, tan provista de recursos naturales y patrimonio cultural. No es casualidad que España sea el segundo país más visitado del mundo. Cualquiera que haya viajado un poco por el mundo se da cuenta de que en pocos lugares se aúnan a la vez tantos atractivos para un viajero, sean cuál sean sus preferencias. 

Pero sí que es importante diversificar la economía. Y eso es algo en lo que Castilla y León está dando pasos de gigante (no son molinos, son gigantes) en los últimos tiempos. Sectores como el de la energía sostenible han surgido como una alternativa prometedora, ofreciendo salarios competitivos, oportunidades de desarrollo y flexibilidad laboral.  

Se necesitan trabajadores para el inmenso desafío que supone descarbonizar nuestro planeta. Según las previsiones del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, las inversiones en energías renovables generarán en España entre 107.000 y 135.000 empleos al año, mientras que aquellas destinadas al ahorro y la eficiencia energética crearán entre 56.000 y 100.000 empleos anuales. 

En Estados Unidos, donde el turismo tiene un peso infinitamente menor en la economía que el que pueda tener en España, el empleo en los sectores de las energías renovables y el medio ambiente ha crecido un 237% en los últimos cinco años. Y, según datos de la consultora McKinsey, las energías renovables necesitarán en todo el mundo 1,1 millones de profesionales nuevos para desarrollar y construir centrales eólicas y solares, y otros 1,7 millones adicionales para operarlas y mantenerlas hasta 2030.   

Bosque Burgos

Es una oportunidad de oro para diversificar nuestra economía. Para, sin renunciar al turismo, abrir nuevas vías de desarrollo que redunden en beneficios para todos los trabajadores, con sueldos más altos, menos temporales y más estables, y que además supongan mejoras para el medioambiente. 

No todas las regiones apostarán por ello. Requiere una cierta dosis de valentía, y de visión a largo plazo. Pero en Castilla y León creemos en nuestras opciones. Tenemos una oportunidad única y una línea de salida inmejorable. Somos la comunidad autónoma que produce más energía renovable en toda España. En Europa, solo Noruega está por delante. 

Hay un mundo de posibilidades y queremos aprovecharlas. Por eso animamos a quien tenga un proyecto relacionado con la sostenibilidad a conocer nuestro programa de aceleración de energías verdes. Queremos impulsar las ideas más brillantes y convertirlas en mejoras para todos. Pensar a medio plazo para transformar el mañana.    

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